02 noviembre, 2005
31 octubre, 2005
¿Qué es la vida?
Yo, en mi humilde opinión, soy de los que cree que todo tiene un significado, quizás se escape a nuestra mente primitiva, quizás nuestros limites no estén en la ciencia, si no en la compresión de nosotros mismos, de lo que somos en realidad. Quizás somos el sueño de otra especie y solo vivamos en la mente de alguien, como nuestros sueños o los hipotéticos futuros que nos inventamos, viven en nuestra cabeza, quizás, quizás…
Solo puedo intentar dar respuesta a lo que veo, no más, y creo que la gente cada día, busca respuesta inconscientemente. Cuando somos adolescentes nos queremos sentir identificados, no solo como individuos, si no también socialmente. Así se forman grupos, tribus urbanas, pandillas…que en mayor o menor medida, siguen unas pautas de comportamiento, una serie de reglas no escritas que crean una forma de vivir.
Gente que se viste igual y que los demás reconocen como parte suya o lo rechazan por ser lo que parece ser que es. Con solo mirar para una persona podemos hacernos con miles de pensamientos sobre ella, muchos de ellos prejuiciados, pero acordes con lo que entendemos nosotros por esa forma de vestir, de actuar, de caminar, de mirar…en fin, gracias a los miles de datos que recibimos al observar, datos pregrabados en nuestro pasado, nos catalogamos y catalogamos a los demás, enfrentándonos o aceptando su aparente forma de entender la vida. No es lo como vistes o el pendiente que llevas o tu corte de pelo, es lo que significa para las personas, son datos de cómo vives, de cómo entiendes el camino. Es curioso que modas o tendencias que en un pasado se consideraban denigrantes o fuera de la leyes humanas, hoy en día se hayan convertido en aceptables y normales, o viceversa. Un ejemplo muy claro esta en el sexo, tema tabú hasta hace unos años.
De adultos todo sigue igual, y en nuestras peores épocas, cuando nos invade la depresión, buscamos una nueva forma de vivir, un cambio. Unas veces transcendentales, como un cambio de trabajo o una ruptura, otra mucho menos, como un corte de pelo o empezar a fumar (aunque esta ultima es bastante trascendental, a la larga se ve)
Sentimos que nos hemos equivocado y nuestro planteamiento de la vida se viene abajo, unas veces con profundidad y otras más livianamente, en pequeños detalles. No nos gusta sufrir, aunque aprendemos de ello, y cuando no logramos aprender volveremos a repetir el error, sufriendo de nuevo y planteándonos nuestra vida, buscando una respuesta en un momento difícil.
Y que hay de los niños, ellos sufren y les enseñamos a que importe lo que visten y lo que piensan, pero preguntarles a los niños ellos están menos influenciados ¿Qué es la vida? Seguramente no tengan respuesta, pero si nos fijamos en ellos y nos paramos un poco a pensar, nos daremos cuenta que les hace feliz lo que nosotros hemos olvidado.
Jugar, simplemente jugar, aprender con el juego, disfrutar de el. Quizás en eso consista la vida en jugar, y si nos equivocamos tiremos nuevamente los dados porque siempre hay mas de una oportunidad de solucionar las cosas, nunca es tarde para dejar de llorar y ponerse a jugar, solo se necesita una cosa, valor, porque en mi humilde opinión, es el miedo aquello que no nos deja vivir.
30 octubre, 2005
El inolvidable segundo de una vida
Pasaron los minutos y aquel disfrute personal, aquella antigua sensación convertida en el mas novedosa, empezó a hacerse consciente en mi cabeza, poco a poco me fui acostumbrando, la lluvia no caía igual, pero para mi era siempre la misma.
Aburrido, bajé la mirada de aquel cielo y unos ojos se clavaron en mis ojos, pasaron cerca de mi, tan rápido que no pude contemplarlos en todo su explendor y a la vez tan lentamente que nunca los he olvidado. Eran los ojos verdes más hermosos que vi en mi vida, y ya soy viejo para poder decir esas cosas.
Giré rapidamente mi cabeza, tan rapidamente como pude regresar a la realidad.
Ya no estaban esos ojos, se había marchado aquella mirada que por un segundo se cruzo con la mía, contemplandonos sin ser conscientes de todo lo que nos preguntabamos el uno del otro.
Ahora cada día que llueve miro al cielo hasta no poder más, esperando que algun día vuelvan a mirarme aquellos ojos verdes con los que tanto he soñado desde entonces.
27 octubre, 2005
Momentos
Vivía con sus padres en una casa normal, ni muy grande, ni muy pequeña...en fin...normal, claro está.
Su padres, simpre preocupados por el chico, le regañaban constantemente.
- ¡Eres un vago Mohamed!
- Mírate a tu edad Mohamed, tus amigos llevan años trabajando.
- No sirves para nada, buscate un trabajo o marchate de casa.
Mohamed, hay que reconocerlo, era algo vago, pero non deseaba no trabajar, al contrario, envidiaba a sus amigos y amigas por poder ir a sitios a los que el no podía, para poder ir a alguna fiesta, comprarse un simple capricho o probocar una sonrisa con un regalo inesperado. Pero sobre todo, lo que mas deseaba era tener trabajo para que sus padres lo volvieran a valorar como antaño, era lo que más deseaba en el mundo.
Se sentía forzado, presionado hasta las cejas, para ellos tenía que ser ya, y no comprendian que el sueño de Mohamed llevaba tiempo y es dificil de luchar. El quería ser Mago, un gran Mago, pero para ello debía estudiar mucho con los mejores maestros y luchar para ser de los elegidos, los Nuevos Magos que replazarían a sus maestros.
Un día, cansado, se topo con uno de sus mejores amigos, pero poco antes había discutido con sus padres y el amigo pago por ello, recibiendo un castigo inecesario e injusto.
Otros amigos y amigas empezaron a verlo con otros ojos, odiandolo cada vez más y más.
Y poco a poco Mohamed perdió lo que tenía y quería.
Un día Mohamed estaba llorando y se le acercó una anciana.
- No llores Mohamed, ¿qué es lo que te pasa?
- No lo se.
- Busca dentro de ti.
- Todo me agobia, no soy importante para nada.
- ¿No tienes amigos?
- Ya no quieren verme, solo me insultan.
- ¿No tienes a tus padres?
- Ellos me hacen pequeño.
- Y a ti..¿Te tienes a ti?
- Ya no tengo fuerzas para tenerme, ya no me queda nada.
- Levantante Mohamed, porque si que te quedan fuerzas.
- Ya no señora, ya no, ya nadie me comprende, no me quieren escuchar, solo estoy mal conmigo, todo me afecta, no soy así.
- Si lo eres, todo el mundo lo es, nadie se salva de sentirse pequeño, y nadie se salva de cometer errores por ello. Solo tienes que pedir perdón.
- ¿Y si no quieren comprender y perdonarme?
- Entonces ya no es problema tuyo. Lo unico que debes hacer es sentirte bien contigo mismo y volveras a sonrreir y sonrreiran los demás contigo y ya nunca mas forzarás por sentirte forzado, eso por lo menos lo habrás aprendido.
- Si, lo he aprendido, pero siguo siendo pequeño, mis padres...mis...
- No te precupes pronto llegará.
- Pero...
- Mohamed...
- Si, si, esperare pacientemente, eso debo hacer, aunque me pueda todo lo que tengo encima, esperaré...gracias señora.
- A ti, Mohamed, a ti.
- ¿Volveré a verla algun día?
- Algun día, si, pero dentro de mucho, mucho tiempo, y en un lugar muy distinto a este.
La anciana le regala una sonrrisa y le besa la frente, por un momento a Mohamed le parece una chica joven y guapa que irradia una luz calida y acogedora.
- Adiós, hijo mio, hasta nuestro recuentro.
- Gracias y adiós.
Mohamed empezo a sonrreir de nuevo, la conversación con la anciana le había animado y decido pensar en sus errores y solucionarlos. Algunos los consiguio arreglar, otros no, pero espero pacientemente y un día llegó su primer trabajo y nuevos amigos llegaron a su encuentro, y otros que se habían marchado por un tiempo.
Mohamed nunca más se desespero ni se sintio tan mal y tan distante con el mundo que le rodeaba. Años despues llegó a ser un gran Mago, no sin mucho luchar, pero sus sueños al fin se vieron recompensados.
24 octubre, 2005
Ensayo
En una de ellas, Creatividad, realizamos una serie de juegos de preguntas y respuestas; Se trataba, basicamente, de diferenciar lo que era parte de nuestra imaginación, parte real, y como las dos confluían en una sola, sin trabas, sin frenos, creandose una realidad imaginativa y real al mismo tiempo. Pondré un simple ejemplo, el de mi maestro. Imaginate la ventana de tu casa. Estás fuera, en la calle y la puedes ver, no dejas de mirar para ella. Poco a poco comienzas a ascender, flotando en el aire, cada vez más y más lejos de tu ventana, no dejes de mirarla. Seguro que nunca has visto tu ventana desde esa perspectiva, desde lo alto de tu edificio, o desde un crater de la luna, pero nada te indica que no sea real, sigues viendo tu ventana y el cerebro la acepta como tal e imagina el resto que desees imaginar.
Nuestro cerebro es primitivo en muchos aspectos, primero nos emocinamos y a continuación, en mayor o menor mediada, pensamos lo que nos ha pasado, formandonos una realidad fría de nuestras emociones anteriores. Creemos o pensamos que estamos en lo cierto, que nuestras decisiones siempre son las correctas, porque no alcanzamos a ver más que nuestro presente, y nuestras decisiones están codicionadas por tal, ya que imaginamos el futuro de nuestro presente. Si hoy me duele el estomago, o me siento cansado o con gripe y un amigo me llama para quedar a la mañana siguiente, seguro que sin pesarlo, una respuesta instintiva sería algo como: "No me apetece", pero quizás mañana me encuentre mejor, en el presente de la mañana siguiente y si me apetezca quedar con un amigo.
Podría pasar el caso contrario, mi energía esta al máximo y quedo con el, pero a la mañana siguiente me duele el estomago y ya no me apetece salir de casa.
Con nuestras decisiones pasa lo mismo, nuestra mente es imaginativa y crea una futuro posible de los miles que puede haber, anticipandonos a un final que non tendría por que ocurrir. Nuestro presente repercute en nuestras decisiones y sea nuestro presente o no favorable, mañana puede ser distinto y nuestra forma de ver el asunto podría tomar tintes totalmente opuestos.
Quizás si nos conocieramos más a nosotros mismos comprenderíamos porque muchas veces tomamos las decisiones en nuestro momento emotivo y no racional y cuales son todos los factores que influyen en ellas, organicos, emocinales, medio ambientales, sociales, culturales, de entorno cercano...
Con esto no quiero decir que no tengamos que sentir, ni mucho menos, debemos sentir, somos grandes seres emotivos, pero también debemos comprendernos, comprender como funcionamos, pararnos un momento para respirar y preguntarnos simplemente cosas como: ¿Qué es lo que ha pasado?,¿Por que lo hice?,¿Me he equivocado?, ¿Me estoy equivocando o e acertado?,¿Es la decisión o el camino más justo?. Si nuestro cerebro nos engaña, incluso son hace creer que estamos bien cuando no lo estamos, ¿porque confiamos tanto en nostr@s mism@s? Nunca dejeis de quereros, pero confiar siempre en que podeis estar equivocad@s en vuestras decisiones.
Comprendernos ayuda a comprender a los demas.
Creo que incluso así, a la larga, llegaríamos a evitar muchas guerras, si no todas, o por lo menos las detendríamos antes de que fuese demasiado tarde.
Pequeñas cosas de un mundo grande.
- Tranquila, llegarán pronto. ¿Tienes frio?
-Si, un poco.
Marcus se saca su chaqueta de cuero y delicadamente arropa a su hermanita.
- Tengo hambre.
- Creo que aún queda un poco de pan.
El joven abre su mochila y rebusca lentamente, intentando gastar la menor energía posible.Entre la ropa y los diverson objetos, encuentra un pedazo de pan, algo duro.
- No es mucho, pero mientras nos servirá. - en un instante parte el pan en dos mitades practicamente iguales y cariñosamente ofrece una a la pequeña.
- Ya no hai fuegos artificiales.
- No peque, no, ya no hay.
- Entonces, ¿ya acabó la fiesta?, ¿Ya vienen mama y papa?
- Descansa, es tarde, yo te aviso cuando llegen.
- No tengo sueño.
Marcus se acerca a ella y la mira con una tristeza inimaginable,cargando sobre ella la verdad de su interior, pero sus labios no pueden transmitirla; solamente palabras de consuelo vuelan en el aire de la fría cueva en la que se encuentran.
- Venga enana, tienes que dormir un poco, de verdad que te aviso cuando lleguen.
- No quiero.
-Venga...
-¡Qué no quiero!
- Solo un poquito.
-¡Qué no quiero, que no quiero, que no quiero!
- ¿Quieres que me enfade?
- ¡Dejame en paz!
- Lis...
- ¡Idiota, Estupido!
- ¡Callate, callate de una vez!
Un silencio sepulcral se adueña por segundos de la situacion, hasta que Lis, como en una inesperadad tormenta, rompe a llorar con fuerza.
Marcus se acerca a ella y la acaricia dulcemente, le sonrrie y la mira con cariño, sus ojos no paran de brillar y el llanto de la pequeña, poco a poco se va convirtiendo en un leve sollozo.
- ¿Estás mejor? - La pequeña asiente co la cabeza.
- Tengo sed.
Marcus nuevamente abre la mochila y saca una botella plastica.
- Está medio vacia Lis, bebe poquita, ¿Vale?
- Aún queda - Coje la botella y en un prolongado trago sacia parte de su sed - Te he dejado, no me he bebido toda.
- La guardaré para luego, ahora no tengo sed - La botella cambia nuevamente de mano y vuelve a su lugar de origen, el interior de la mochila.
En segundos regresan los estallidos del exterior.
- Jo, yo pense que había acabado la fiesta.
- ¿Quieres que acabe pronto?
-Si,si, asi mama y papa llegarán antes.
- Entonces, cierra los ojos y cuando te despiertes la fiesta ya habrá acabado.
- Pero...¿y si vienen antes de que me despierte?
- Te aviso, no te preocupes, ya te he dicho que te aviso.
- Vale, entonces si, cerrare los ojos.
Lis se acomoda como mejor puede, el suelo de piedra no es el más adecuado, pero está cansada y no tarda en quedarse profundamente dormida.
Marcus la mira, le acaricia el pelo y le regala un dulce beso en la frente, cargado de un cariño que nunca había imaginado tener por su hermana.
Cuantas veces se habían peleado, tirandose de los pelos, gritandose e diciendose el uno al otro que ya no se querían, o que nunca volverían a hablarse. Ahora se daba cuenta de lo que tenía, de lo mucho que la quería.
Avanzo unos pasos, hasta salir de la cueva y contemplo con tristeza la desolación de un paisaje que horas antes se llenaba de colores y aire puro, no muy lejos, en la ciudad, la guerra marcaba su macabro grito al compas de las bombas que estallaban incesantemente, formando un bosque de inmensas setas humeantes.
Giró la cara y miró el cuerpo dormido de su hermana. Su cara angelical, algo marcada por una palidez reciente, mostraba una pureza inocente, ajena a todo lo que estaba pasando en el mundo.
Nuevamente, con un leve gesto, clavó sus cansados ojos en el bosque de humo y muerte. En un instante, una solitaria lágrima recorrió el frío trayecto de su mejilla, hasta precipitarse en la oscuridad del terreno rocoso.
Se sentó, desolado, buscando una explicación a todo lo que estaba sucediendo, ni siquiera lo había llegado a asimilar y lo estaba viviendo.
En pocos minutos el sueño comenzó a vencerle. Se levantó y se acercó a su hermana y acurrucandose a su lado, sin poder evitar despertarla levemente.
- ¿Ya han llegado?
- Todavía no.
Lis contenta con la respuesta debido al cansancio, abrazó a su hermano y este sonrrió, en poco minutos se quedaron dormidos, y entre sueños soñaron que nunca jamás consegurían separarlos.
Ondas

Me da pena darles vida, tienen que sentirse muy solas, y tirando la piedra, a veces me siento culpable, pero son tan bonitas que nunca pienso en ellas, solo en verlas nacer, crecer y morir. Ni siquiera pienso en los pequeños seres que, como en un maremoto, son arrastrados por lo que yo he probocado.
Creo que normalmente nadie piensa en la consecuencias cuando tira la piedra, y asi, la volvemos a tirar una y otra vez, condenando a las pobres ondas a una corta vida de soledad y a los pequeños seres de la charca a una muerte segura, pero nos divierte y eso es lo que nos importa, las consecuencias siempre vienen después, cuando ya hemos tirado una cantera entera.
Ahora ya no tiro piedras en las charcas, solo en mi casa, cojo una cazuela, la lleno de auga hasta la mitad y allí tiro una canica, la ondas rebotan contra la pared, y a la vuelta se dan un gran abrazo entre ellas, saludandose por un instante mágico en el que parecen darme las gracias.
23 octubre, 2005
Una tarde cualquiera
Abre el bolso...seguro que saca un pitillo, despues del té...no, ya ni me quería acordar, la maldita medicación.
Me mira como diciendome lo siento, pero ella de nada tiene que disculparse, non es su culpa tener esa maldita enfermedad, aunque un tiempo atras yo lo viera así.
¿Cómo pude girarle la cara por ello?. Estaba tan enfadado, tan irritado que derrame todas las culpas sobre ella, dejandola en la estacada, sin desear volver a besarla, creía odiarla, pensaba que como podía hacerme eso y me aparte de ella sin más, que tonto fuí y cuanto daño le hice por ello. Ahora se que la quería, que toda mi rabia y todo mi dolor era el amor que sentía y siento, nunca deje de pensar en ella, y aunque hacía todo lo posible por olvidarla solo me engañaba a mi mismo, no quería verla morir, no soportaba tal pensamiento, por eso la abandoné."
"Que tiempo he perdido...ahora me sonrrie, ya no salimos juntos, pero ultimamente estamos mas unidos que nunca y quien sabe... Me apetece decirle algo...un momento, se levanta y se acerca...¡Joder, no me lo esperaba!, que abrazo tan dulce, quiero que este momento dure para siempre."
- Me encuentro mal.
- ¿Te llevo a casa?
- Creo que...
"Mierda que pasa, se duerme, se queda dormida entre mis brazos...no cariño, no, ahora no."
- Alba, Alba, que te pasa, Alba...¡Ayudadme por favor, ayudadme!
"No tesoro no, no me mires de esa forma, no me digas adiós, no es el momento, no, no, por favor, no."
- Te quiero.
- Yo tambien te...Alba...Alba...cariño...¡Albaaaa!
22 octubre, 2005
Martes
Era martes, creo recordar, tampoco es que me importase, todos los días eran igual, y los fines de semana que pretendían no serlo, acababan desenvocando en el mismo pozo de todos estos años; el mismo alcohol, las mismas vomitonas, mujeres desconocidas en mi cama que seguirían siendo desconocidas y música estridente que poco a poco terminaría con parte de mis oídos.
Mi vida se había convertido en un gag cíciclo de acciones y emociones y no me importaba, me mostaba feliz, aunque la ausencia de algo importante se hacía grande en mis pensamientos, y porque no decirlo tambien en mi corazón.
Aquel Martes era como otro martes.
Me encontraba en la oficina y sabía que el jefe habia tenido bronca con su mujer la noche anterior, yo estaba pagando los platos rotos de su relación y aquel martes, como de costumbre, solo escuchaba gritos y ordenes de aquel cabrón de aspecto correcto y personalidad infantil.
"Si tu mujer no ha querido follar no te las des conmigo", pensaba con unas ganas locas de estamparselo en su maldita cara. Pero el trabajo me era necesario, bueno, mejor sería denominarlo como una obligacion con lo que tenía que cumplir si no queria morir de hambre, no había mucho más donde elegir.
En una de esas ordenes, la cual no me parecío buena idea en su momento, debía reunirme con Castro, un viejo zorro empresarial que quería comprar un bajo comercial en el centro neuralgico de la ciudad.
"Ahora tengo que hacer su trabajo, será capullo". Era su labor, no la mía, y si la cagaba con tan importante cliente me vería de patillas en la calle, sin un duro y con una botella de ginebra como única amiga.
Salí de la oficina a las doce menos cinco de la mañana, en una hora tendría que recorrer la ciudad y convencer a Castro de las "oportunidades" de la empresa. Si no, estaba muerto.
Entre en el coche, metí la llave, y no arranco. Un segundo intento llevo a lo mismo, el tercero remato en un leve sonido ahogado que no me daba ninguna esperanza.
"El transporte público". Mire el reloj y sonrreí, aun tenía tiempo suficiente para coger el bus de la linea G y resolver los asuntos del jefe.
La marquesina estaba cerca, no había nadie esperando en ella. No es que me importase pero me parecia extrano aun sabiendo que poca gente utiliza el transporte público.
Llegué y esperé. Pasado un cuarto de hora empece a mosquearme.
"Mierda, ¿donde cojones estará el bus?". Los buses de la linea G pasan cada diez minutos, quizás el trafico lo había retrasado.
De pronto recorde algo, "¡La huelga de transportes!, Mierda, ahora si que no llego.
Mire a los alrededores desesperado, buscando una solución rapida y eficaz, y volví a sonreir en cuanto se dibujo en mi cabeza la imagen de varios taxis aparcados, muy cerca de donde me encontraba.
"Joder, ¿cómo no lo he pensado antes?"
Mis pasos me condujeron irrefutablemente hacia el primero de los taxis, abrí la puerta y le indique la dirección. En cuanto se puso en marcha, miré el pequeño reloj en el panel del taxi, arriba del cenicero, y respiré tranquilo, relajandome completamente en el asiento trasero. Todo estaba arreglado, llegaría sin problemas.
Empece a pensar en que si salian las cosas bien, y el jefe tenía un buen día, mi salario se vería recompensado, y aunque no sabía si eso era bueno o malo y en que podría meter el plus, me alegraba. Seguramente terminaría en alguna fiesta que acabaría olvidando gracias al alcohol.
El taxi avanzó con tranquilidad, hasta la avenida de los alamos, allí, el ritmo se hizo mas lento, y paulatinamente acabamos atrapados en un sin fin de coches que avanzaban con pequeños pasos y se detenían durante interminables segundos.
"Lo que me faltaba, ahora si que no llego"
Le pregunte al taxista que pasaba, y el muy "amablemente" con es rol de llevar todo a lo intranscendente, me contesto que nada, que había volcado un camión a dos quilometros de aquí.
No había otro camino, eso también me lo dejo muy claro el taxista, así que decidí recorrer el último trayecto del camino a pie. Quedaban tres quilometros y quince minutos para la cita, si quería llegar tenía que correr.
La adrenalina me ayudaba, parecía quere batir el record del mundo, y en verdad así era, la situación era de vida o muerte, si no llegaba mi trabajo estaba perdido.
Avance a pasos agigantados mientras la gente de mi alrededor me observaba indiferente, buscando una simple explicación para aquel colgado de traje y corbata que avanzaba violentamente por la calle.
Mire nuevamente el reloj, la una menos cinco. "no llego". Levante la cabeza y derrepente, un ronco y contundente sonido replicó en mis oidos, todo se oscurecio en mi cabeza.
Un mes despues me levante en un hospital.
"Que ha pasado". Una voz se resonó en mis oidos como un recuerdo lejano y hermoso.
"¡Marta!, no puede ser ella"
La voz de aquella vieja amiga cantó nuevamente como si de una melodía antigua se tratase
- Hemos tenido un pequeño accidente, tu corrias y yo...bueno, ahora descansa, me alegra verte despierto.
- Pero...
- Shhh, no te esfuerces por favor, siento que haya sido así nuestro reencuentro, pero te he hechado de menos.
-Yo tambien, pero...
- No es el momento, ahora descansa, tranquilo nunca más me movere de tu lado.
El trabajo lo perdí, y aquella vida de monotonia e indiferencia, y lo que paso a continuación es otra historia, solo puedo decir que ha encantado vivir aquel Martes, sin el no hubiesen venido otros difrentes.
21 octubre, 2005
Sharif
Al pequeño principe no le gustaba la idea de tomar por esposa a una desconocida, pero su padre, el viejo Mustafad le ordenaba cumplir la ley.
Sharif no contento con la decisión de su padre le propuso un trato. Celebrar un concurso con las mejores candidatas del reino.
El viejo Sha, irritado en un principio con la idea, acabó cediendo.
Llego el día del concurso y la elección fue dura, entre las candidatas se encontraba la elegida, un tímida chica escondida en un ricón.
- ¡No la quiero!, ¡no es noble! - Dijo Mustafad
- Pero padre...las reglas.
- Escoge a otra hijo, a tantas y tan buenas.
- Señor- interrumpio la chica - no deseo casarme con su hijo.
Mustafad respiro aliviado.
- Pero - dijo el principe - te agasajare con joyas, con diamantes, con los mas grandes palacios. Nunca has tenido tanto.
- Y no lo quiero, con todos los respetos.
- Entonces, ¿qué deseas?
- No soy candidata, y no me habeis mirado a los ojos, ¿porqué me habeis escogido?
- Bien, yo...le debía una lección a mi padre.
- Solo quería una cosa mi señor, que me hubiese mirado a los ojos, solo con eso me hubiera convertido en la más rica del reino.

Luz y sombra
A las paredes que he golpeado, que me disculpen.
A la luna y a sol, que comprendan lo que pasó
A mi madre Gaia, lo siento, mi amor, perdí mi valor.
A los gritos enloquecidos de mi mente extraviada, les digo adiós.
A las locuras, a los miedos, a todo aquello que me poseyó,
queriendo perderme entre la oscuridad y el terror.

Hola de nuevo, mi pequeño corazón,
me diste fuerzas para poner en todo tu color.
Ahora late fuerte, no dejes de marcar mi reloj.
No marches nunca de mi pecho,
no dejes que vuelvan los tiempos del dolor.
Tu eres yo, y lo que fuimos hace poco ya se perdió.
Ahora ser mío, ahora llego la lúz de tu sol,
el rojo de tu fuerza, latiendo otra vez, mi corazón.
El cansancio de mi pasado
Una hoja yace en el suelo, vivía en las ramas, y el otoño la desterró, ahora nuevamente el viento le da un empujón, subiendola hasta lo alto, de donde un triste día calló.

Adiós cansancio de mi pasado, simplemente adios, ya no me haces pequeño, ya no me quitas valor, te has llevado a quien más he querido, pero herido me levanto con honor, como la hoja caida que al árbol regresó.
Sin más, adiós.
¿Dónde nacen los susurros?

En lo más profundo de tu ser, allí donde el corazón late con mas fuerza, nace la pequeña palabra mecida en el aire por una brisa tierna, llena de calores y verguenzas, de esperanzas y miedos.
La caricia hecha palabra nace en ti, y brota en silencio, en el más intimo de los silencios, haciendose grande a oidos de quien ama, tan grande como el clamor de libertad, como el camino de las olas en el mar, como el miedo a no escucharlo jamas.
Allí nacen, y muchos perecen sin llegar a estallar, quedando en los corazones que claman por gritar.
Un susurro es la esperanza, y como ella nace, del deseo de soñar, y si los sueños existen, susurrare los mios al viento, a quien ame y me quiera amar, para contagiar mis susurros a quien los quiera tomar, para acallar a los que no desean volar . La esperanza ya no sera un triste nacimiento que adorar, si no un susurro que poder vivir, sin miedo a no escucharlo jamás.
18 octubre, 2005
La fábula de la pequeña Ana.
Esta es la fabula de la pequeña Ana.Ana era una niña normal, inteligente, sencilla y soñadora. Siempre soñaba con encontrar su tesoro, con descubir su mayor felicidad. Había estado toda su vida en busca de ello y sabía, presentía, que su momento estaba cerca, que en poco tiempo pasaría por maravillosas aventuras para poder encontrar lo que tanto tiempo había buscado.
Un día, entristecida por creer que no tenía nada, y desesperada al ver que el tiempo pasaba y su tesoro no llegaba, decido dar un paseo por los lindes del bosque Grande.
No pensaba transparsarlo, ya que se contaban muchas historias de el, y fueran verdad o no, le imponían un miedo que le impedía dar un primer paso y adentrarse en los misterios de bosque Grande.
No se atrevía a comprobarlo por si misma. Solo una vez tuvo el valor, pero tropezó contra una raiz, se levanto y volvío a tropezar con la misma, así que decidió que nunca más entraría, que las historias que contaba la gente eran verdad, y que al final del bosque solo había tristeza y desolación.
Miró hacia el bosque una y otra vez, algo le impulsaba a cruzarlo, a averigurar si aquellas terrorificas historias que contaba la gente del pueblo eran verdad, pero no podía, no debía, era demasiado arriesgado.
- Entra - le decia una voz en su interior - no tengas miedo, el miedo está en ti, no en lo que está a tu alrrededor, entra y compruebalo.
Ana, no pudo resistirlo más, sentía que al final de aquel bosque habría algo maravilloso, su tesoro, aquello con lo que tantas veces había soñado.
Dio un primer paso, los primeros árboles estaban cerca, tan cerca que las hojas, mecidas con una ligera brisa, golpeaban su pequeña cabeza con dulzura, con la misma dulzura que una caricia deseada.
Dio un segundo paso, y un tercero, y un cuarto, y así hasta que la sonrrisa comezo a brotar de sus hermosos labios. En un principio miraba al suelo, saltando toda raiz que pudiera encontar, pero poco a poco se olvidó de su anterior aventura en el bosque Grande y comezo a mirar todo lo que tenía alrededor.
La pequeña Ana, sonrreia, estaba dentro del bosque y no parecía tan malo, todo lo contrario, ahora pensaba que era maravilloso, que todo cuanto tenía a su alredeor era el camino que siempre había esperado, un camino de colores, de flores y mariposas, donde nada le podia hacer daño.
Siguio caminando, con una gran sorrisa dibujada en su rosto, saltando y brincando, ya no le importaban las raices, ya no tenía miedo, solo deseaba encontrar su tesoro. Este tiene que ser el camino a mi tesoro" - Pensaba - "Todo es como había soñado, que grande debe de ser lo que hay al final".
Pero pronto las cosas cambiaron, la noche comenzaba a llegar, y todo lo que antes veía con miles de colores, había comenzado a pintarse de gris.
Empezo a mirar a su alrededor, y el rostro se le entristecio, todo había cambiado ante sus ojos, y comenzó a tener miedo.
El simple sonido de una lechuza le ponía los pelos de punta, el movimiento de las ramas secas, ya no era un hermoso baile si no la amenazadora presencia de terribles mounstros, de miedos del pasado y del presente.
A cada paso que daba se aterrorizaba más, el ruido de los grillos, la caida de una piña, todo aliementaba su miedo, un miedo que ya no le dejaba pensar en su tesoro. Comenzó nuevamente a mirar a las raices, a ver en ellas no un fruto de experiencia, de vida, si no un peligro amenzador, ya había tropezado una vez, y estaba segura que tropezaría de nuevo.
- Sigue, no tengas miedo, nada ha cambiado, solo ha oscurecido un poco, el miedo esta en ti, no en lo que ves- La voz de su interior seguía repitiendolo una y otra vez, pero Ana ya no la escuchaba, su miedo era tal que solo escuchaba a su miedo.
Comenzo a correr, llorando de desesperación y panico y salió del bosque decidiendo que nunca más volvería a entrar, ahora se sentía a salvo, el bosque ya no podría hacerle dano.
- Entra de nuevo, solo un paso más, pronto llegara el alba, no tengas miedo, el miedo está en ti, el bosque no quiere asustarte.
Pero Ana nunca entró, no volvio a entrar jamas. Si probo en otros bosques, algunos llegando al final, pero nunca encontro su tesoro y nunca supo porque.
Muchos años despues, en el momento de su muerte, volvió a presentarse aquella voz, y antes de morir le dijo.
- Solo tenías que haber dado un paso aquel dia en el bosque Grande, un paso y hubieras encontrado tu tesoro. El miedo estaba en ti. Ahora descansa en paz, tu tesoro se ha perdido para siempre.
